El té es una bebida milenaria que vuelve a estar de moda. Dicen que la descubrió un emperador chino al que le cayó una hoja en su vaso de agua caliente. Cuando volvió a beber, el agua sabía de una manera diferente. 

Hay tés de muchos tipos y para distintos momentos. Cada té es un mundo y tiene una finalidad: té azul, té amarillo, té verde, té kukicha, té pu-erh y así una larga lista de posibilidades. Los distintos tipos de tés, la mayoría originarios de China, sirven para bajar de peso, permanecer despiertos y combatir el envejecimiento prematuro, entre otras maravillas y de allí que sus propiedades sean consideradas como medicinales para muchos naturistas.

Es obvio que para hacer que el té esté en su punto perfecto, el agua es importante. Un buen agua es esencial. Según nos cuenta «Hola» «la temperatura del agua es importante para obtener un buen té. Si es negro el agua debe estar entre los 90 y los 95ºC, justo por debajo del punto de ebullición. Para los tés verdes la temperatura ideal de preparación se encontraría entre los 85 y los 90º C. Para llegar a estas temperaturas basta con hervir el agua y esperar después unos segundos a que se enfríe ligeramente. Si se prepara el té con agua hirviendo (100ºC) el sabor y olor del té se verán perjudicados».

Ya sabemos que el agua sirve para hacer té, que un buen agua es primordial (recomendamos Sousas, claro) y en qué punto tiene que estar para ser servido. Pero ¿Para qué sirve cada té? Te lo contamos así.

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